La rueda sigue girando: el consumo resulta imprescindible para las propias necesidades de crecimiento. Un consumo cada vez más acelerado, para un tiempo cada vez más asfixiante. El ciclo de vida de los productos que compramos es cada vez más reducido: nuestra ropa, móviles, etc. Estamos insertos en la rueda del consumo y en una suerte de hamsterización de la vida. De tal forma, resulta complicado tomar perspectiva de que la crisis climática es un problema sistémico que tiene difícil solución individual.
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