A los extranjeros les choca de Moscú el gran desequilibrio entre la belleza espectacular de las chicas frente al escaso "sex appeal" de los hombres rusos. Pasear por calles y avenidas céntricas como Arbat o Tverskaya es infinitamente mejor que presenciar cualquier desfile de moda. Es como asistir a un partido de tenis: tu cabeza se bambolea de izquierda a derecha una y otra vez al paso continuo de bellezones anónimos.
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