Y el desfibrilador estaba escondido en una habitación cerrada con llave. Al quedar inconsciente alguien llama al 112. Rápidamente su amigo Alberto coge un coche y se planta en el Centro de Salud del pueblo, junto con otros dos amigos. ¡Nosotros os llevamos! Los dos médicos se cierran en banda, y no solo eso: invitan a los chavales a irse a Lillo, a 12 kilómetros, a buscar el coche del ambulatorio ellos mismos.
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