La dicotomía de la socialdemocracia consiste en lo siguiente: el enorme tinglado del estado del bienestar depende de que el gran capital pueda seguir creciendo en manos de una minoría privilegiada. Porque, bueno, si tenemos hospitales, colegios, seguridad, prestaciones por desempleo y jubilaciones garantizadas para todos ¿a quién le importa? Ah, pero —algo que parecía impensable hasta no hace mucho— ¿y si el gran capital de repente se ve amenazado? La socialdemocracia está acabada.
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