Krystena Murray demanda al centro de reproducción asistida que le transfirió un embrión equivocado, el de otra pareja a la que tuvo que ceder el niño. Aunque parecía evidente que el bebé no era suyo, Krystena Murray empezó a encariñarse con el pequeño. Lo sentía como suyo y no fue hasta enero del 2024 cuando decidió realizar una prueba de ADN casera que confirmó lo que parecía evidente: el bebé no era suyo.
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