Cuando Nuria* ingresó en prisión solo lloraba los sábados por la noche porque no podía salir de fiesta, encerrada entre las rejas de su celda. A sus 20 años, lo que más echaba de menos era su teléfono móvil y charlar con sus amigas. Sin embargo, seis meses después se quedó embarazada en Soto del Real y sus prioridades cambiaron. A pesar de las dificultades y malos momentos, Nuria no se arrepiente de haber tenido a su hija mientras cumplía una condena por tráfico de estupefacientes.
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