El día en que a Gaspar le salió una herida en el brazo, su familia pensó que sería una picadura de mosquito porque hacía mucho calor y el pequeño había pasado todo el día jugando en la calle. Sin embargo, pasaron semanas y la marca seguía sin curarse. Se puso roja, después negra, y creció hasta hacerse del tamaño de una moneda. Gaspar tenía tres años cuando tuvo que cambiar los columpios de su parque en Arica, una ciudad en el extremo norte de Chile, por las paredes de un hospital en Santiago, la capital, de donde salió dos años después y 65 se
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