Los niños han pasado de ser las víctimas más vulnerables de la guerra a convertirse también en el centro de las luchas armadas. Los choques entre Estados, y entre grupos paramilitares o de resistencia, necesitan menores para mantener su propia economía bélica. Reclutados a la fuerza como soldados, o bien vendidos, en especial las niñas, como esclavas sexuales o sirvientas, los menores son hoy “el combustible que mantiene viva la contienda en África, Oriente Medio y Asia”.
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Y como propaganda, como el niño de Alepo, Omran Daqneesh o la marioneta Bana Alabed
República Centroafricana, el 50% de la población tiene menos de 20 años.
Sudán del Sur, el 70% de la población tiene menos de 20 años, y un 40% menos de 16.
Pero eso no era culpa de las armas y la maldad del hombre.
Cualquiera puede imaginarse el tipo de adulto en que se convertirán, si llegan a adultos...