Aquella sentencia dejó clarísimo que se había cometido un error: la Sala de la Audiencia de la que era miembro Margarita Robles decidió omitir la prueba del ADN, rechazando la suspensión del juicio oral para que los peritos pudieran declarar otro día. No había correspondencia genética entre los restos hallados y el ADN de los acusados, pero la Audiencia consideró que bastaba con el testimonio de una de las víctimas, que habría reconocido a uno de sus agresores. Luego también se desdijo.
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