Parece un mal virus. Uno de esos que, por el estado febril acumulado, nos hacen delirar viviendo una realidad dulce y distorsionada. ¿Dónde están los límites del humor? ¿Y los de la libertad de expresión? Mientras vemos desfilar a artistas, humoristas, usuarios de redes sociales o activistas por los juzgados, no hacemos otra cosa que planteamos, una y otra vez, estas mismas preguntas, como pretendiendo llegar a un consenso cívico
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