En los primeros días de diciembre, la policía de Colonia se preparaba para el festejo de Año Nuevo. Su mayor preocupación, basada en la experiencia del año anterior, eran los carteristas y el uso de pirotecnia entre la multitud. Así que aumentó el número de agentes destinados a la celebración, de 88 a 142, quienes se concentraron a las orillas del río Rin, el sitio en el que es común que la gente se reúna a ver los fuegos artificiales. Pero unos 1500 hombres, entre ellos solicitantes de asilo recién llegados a Alemania y muchos otros migrantes