"Voy tatuadísimo, pero las dilataciones y los piercings no me llamaban la atención. Hasta un día, con 22 años o así, dije: me las voy a hacer. Y lo hice a lo bestia, de no tener nada a abrirme un agujero de 20 milímetros en dos semanas. Hay gente que lo hace poco a poco, pero a mí el anillador me dijo que podía hacerlo de golpe con unas agujas de gran diámetro. Te ponen vaselina en la punta y sin anestesia ni nada. Solo me dieron un vaso de agua porque me mareé. Ha sido lo más doloroso que me ha pasado en la vida, no recuerdo nada tan fuerte.
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