¿Es lo que nos cuentan los estamentos deportivos y los grandes medios una realidad deformada y maquillada, sutilmente manipulada, que se sirve de episodios nefastos para exagerarlos y empaquetarlos de cara al consumidor con unos fines que nada tienen que ver con los que oficialmente se argumenta? ¿Se disfraza de causa noble algo que no lo es tanto y que tiene que ver más con el control de las voces discordantes de los estadios dentro de una política clara: la de convertir el fútbol español en un producto para vender al exterior?
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