El galgo Villa deambula desorientado entre una multitud de luces y cláxones. Es febrero, está amaneciendo y los coches van y vienen a toda velocidad. Confundido, avanza sin rumbo. Tiembla y mira nervioso a su alrededor buscando una salida. Yerra y se adentra en la carretera. Ya es tarde. Esquiva al primer coche que frena súbitamente. Pitan. Vuelven a pitar. Se gira y regresa al asfalto. Huye. De pronto, la sangre y un fundido a negro.
Comentarios
cuantísima crueldad.,...lo que me ha costado terminar de leerlo.
Galgueros merecéis morir igual