En los países cuyos políticos se presentan como víctimas de las crisis un día puede haber un corte de luz generalizado; otro, un caos ferroviario, pero el poder acaba escabulléndose, culpando a sus enemigos potenciales. Tuiteó el ministro Óscar Puente: “Si alguien pensó que el apagón torcería el brazo al Gobierno, alguien se equivocó mucho”. En esas mismas democracias es muy probable que los servicios públicos acaben a la larga cada vez más deteriorados.
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