No tiene sentido dividir en dos estados por diferencias etnicoreligiosas, ya que la gente se puede cambiar de religión, se puede hacer atea, y puede tener hijos con personas de otras etnias. Esa división sería siempre un apartheid y nunca una democracia. En una democracia todos los ciudadanos son iguales sin importar el color de su piel ni sus creencias.