Sentado junto a un alto cargo del Partido Popular en la provincia de Zamora, Rafael Lobato tomó una decisión que cambiaría su vida. Dijo que no contaran con él para alimentar la caja B de su partido. Ocurrió en el año 2004. Lobato acababa de ser elegido alcalde de Peque. Su superior le estaba invitando a formar parte de la camarilla de alcaldes que recauda dinero mediante la firma de presupuestos de obra inflados o directamente ficticios En ese momento se convirtió en un apestado.
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