Justo un mes después de que Raquel Castillo cumpliese 16 años, dos policías se presentaron en su habitación. Sin mediar palabra, le pusieron unas esposas y se la llevaron a un centro de monjas, donde le hicieron una prueba de virginidad y la observaron durante una semana. Su madre la había entregado a las autoridades, simplemente porque no quería hacerse cargo de ella. "Estuve en estado de 'shock', no sabía qué había hecho, no entendía nada...", narra ahora 43 años después, cerca del centro donde vivió su primer encierro, en Arturo Soria
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