El concepto de “hucha de las pensiones” es ficticio. Además de irrisoria, comparada con las escalofriantes necesidades futuras, es una argucia contable para vender a los crédulos que, a pesar de estar endeudado hasta las cejas, el Estado tenía algunos ahorros. Si esta partida se utilizaba para comprar deuda pública, es decir, para financiar otros gastos, ¿qué más da cómo la llamen? Dado que el Estado responde por la Seguridad Social, lo importante es el déficit o superávit consolidado.
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