"Lo siento, me he equivocado y no volverá a ocurrir", dijo el rey emérito tras romperse la cadera en abril de 2012, pero lo que se había fracturado era su conexión con la sociedad. Juan Carlos encarna el tránsito de la dictadura a la democracia, garantizando la supervivencia de la dinastía borbónica. Cuando se cumplen cinco años de la abdicación, acorralado por los escándalos, Juan Carlos anuncia que abandona la vida pública y sus atribuciones representativas.
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