La zona de la Balagne, en Córcega, amenazaba con quedar despoblada allá por los años sesenta. Fue entonces cuando un grupo de artesanos, temerosos de que se perdieran para siempre sus formas tradicionales de acariciar madera, piedra o vidrio, empezó a mudarse a los pequeños pueblos de esta zona. Hoy en día su actividad supone motor económico de toda la región, y demuestra que hay formas eficientes para frenar los éxodos.
Comentarios
Más bien del turismo
Si cambian la “g” por la “n” podrían vivir de los selfies en la señal de término municipal.