El 14 de noviembre de 2012, Enric Castillo tenía 20 años y estaba subiendo por la Vía Laietana de Barcelona con sus amigos de vuelta a casa, a Vilassar de Mar, un pueblo cercano a la capital catalana, después de haber participado en la manifestación de la huelga general; la misma en la que a Ester Quintana le destrozaron un ojo.
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