Durante más de un siglo la lucha por el petróleo desencadenó guerras, forzó alianzas inesperadas y fue la chispa que detonó numerosos conflictos diplomáticos. Ahora las dos economías más grandes del mundo están peleando por otro preciado recurso: los semiconductores, los microchips que literalmente dan potencia a nuestra vida diaria. Estos diminutos fragmentos de silicio están en el corazón de una industria de US$500.000 millones, cifra que se espera se duplique para 2030.
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Hay que señalar que los EEUU partían con muchos cuerpos de ventaja en esta carrera.