Ser una bruja comeplacentas, payofóbica y feminazi –como dicen mis “admiradores”– o militante pro parto natural, lactivista, activista gitana y feminista–como afirmo yo– tiene sus desventajas. La interseccionalidad de todo lo que soy hace imposible mi integración en la sociedad homogeneizada y homogeneizante, de payos machos progres y mujeres blancas con camisetas de Mango con las que reivindican su feminismo esponsorizado. No, ahí no quepo, ni siquiera quiero caber: no me da la gana de integrarme, que lo sepas.
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