Vivimos en un tiempo en el que los problemas sociales no son vistos como desafíos que requieren solución, sino como activos estratégicos en el tablero del poder. La política actual no se construye sobre la base de resolver problemas, sino sobre la capacidad de gestionarlos simbólicamente, explotarlos electoralmente y prolongarlos estructuralmente. Así, lejos de ser corregidas, las grandes fracturas sociales —la pobreza, la violencia, la desigualdad, la crisis institucional o el colapso ambiental— son administradas con esmero, alimentadas con di
5 : Resolver un problema exige desmontar rentas simbólicas y económicas, eliminar intermediarios ineficaces, cuestionar jerarquías establecidas y desarticular relatos identitarios.
Amigo, eso es...