Para la inmensa mayoría de mujeres que lograron incorporarse al mercado de trabajo, tras su jornada laboral, existía una segunda jornada dedicada al cuidado de la casa y de los hijos. Hacer la comida, ir a recoger a los hijos al colegio, ir a la compra semanalmente para llenar el frigorífico, pasar la aspiradora y limpiar la casa, poner la lavadora, la fregadora y planchar; hacer la cena; duchar y acostar a los hijos...
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