Todo consiste en limitarse a insistir en que hay que cumplir la ley, lo que no es un detalle menor, pero que pierde todo valor cuando se repite como si fuera una fórmula mágica. ¿Dónde queda la política? En dar instrucciones a los fiscales para que metan en vereda a los insurrectos. Y en dar carrete a Albiol para que siga haciendo de agente doble, porque cada vez que abre la boca el presidente del PP catalán, las urnas se llenan de votos. No en el sentido en que él cree.
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