A finales de enero tres ladrones entraron en un almacén del oeste de Londres a finales de enero abriendo varios agujeros en las claraboyas de fibra de vidrio reforzado del techo edificio y usando posteriormente una cuerda para descender unos doce metros y evitar así las alarmas de detección de movimiento. El robo había sido previamente planificado con una minuciosidad digna de Ocean’s Eleven. Los ladrones estaban bien equipados y sabían exactamente qué querían y dónde encontrarlo. En concreto iban buscando unas cajas de valiosísimos libros...
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