Aunque este período convulso represente solo un parpadeo en la relación entre EE. UU. e Israel, el episodio al menos demuestra que Washington no está tan comprometido con Israel como a sus dirigentes y al lobby israelí internacional les gusta pensar. Con la creciente influencia de China (...) los dirigentes estadounidenses podrían pensárselo dos veces antes de ser tan deferentes con las exigencias de exigencias de Tel Aviv, sus designios de expansión territorial sin fin y sus guerras perpetuas contra sus vecinos en nombre de la «seguridad».
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