Calvin Sun acababa de llegar a Corea del Norte, después de descubrir un operador turístico que le ofrecía un viaje a uno de los lugares más inexplugnables del mundo. Era una oportunidad irrechazable y, como tal, quiso aprovechar para descubir todo lo posible de un país difícilmente accesible: alojado en el Yanggakdo Hotel, pronto iba a descubir algo extraño: ¿por qué no había quinta planta en el establecimiento? Años después, un nombre le vino a la cabeza: Otto Warmbier.
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