Hace 8 horas | Por FatherKarras a lahaine.org
Publicado hace 8 horas por FatherKarras a lahaine.org

Una distancia irremediable separa a París de la banlieue, aquella que discrimina entre quienes ganan y quienes perecen con los Juegos Olímpicos. Entre conflicto social, gentrificación, desahucios, aumento de la vigilancia, costes astronómicos y explotación laboral, hay poco que celebrar. En cada edición olímpica se repite la misma dinámica, lo que demuestra que la devastación causada por los Juegos no es accidental, sino un componente estructural del megaevento.

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FatherKarras

En los juegos de Atlanta 1996, 30 000 personas fueron desalojadas y 9000 personas sin hogar detenidas, mientras que para los juegos de Río 2016, fueron más de 67 000 las personas desplazadas para permitir la construcción de la villa olímpica. Tras la deslumbrante fachada de la celebración se esconde la acumulación por desposesión y la militarización de la sociedad. Quienes pagan el precio más alto son siempre los territorios sacrificados y prescindibles, los trabajadores y las franjas más vulnerables de la población.

Cuando Macron declaró en un reciente discurso que los Juegos Olímpicos son una metáfora perfecta de la situación política, tenía razón. No porque, como él pretende, representen la reconciliación nacional más allá de cualquier conflicto, sino porque, por el contrario, reflejan bien la lógica capitalista y colonial de acaparamiento de recursos, un modelo económico parasitario, promotor de guerras y genocidios, de desigualdades sociales y medioambientales.

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En Barcelona 92 también desalojaron a gentes de varios clanes y las repartieron por la península, sí, como si fuesen menas.