Abdeslam Duira, jefe de las muchas milicias dispares que componen la alianza de grupos que combate a la rama libia de grupo yihadista Estado Islámico en la ciudad portuaria de Sirte, admite que el miedo es uno de los principales compañeros de viaje. Sin haber llegado a los treinta años, comanda una columna de una decena de jóvenes apenas veinteañeros que combaten en sandalias, zapatillas de deporte y botas, pantalón militar en algunos casos y camisetas de mercadillo falsificadas de distintos colores.
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Todo lo que toca EEUU acaba así