El jueves pasado los operadores cogieron más de 7000 llamadas, un volumen que no se había visto desde los atentados del 11S. Rompieron el récord de llamadas diarias tres veces la última semana. Debido al volumen, los trabajadores de emergencias tienen que decidir a quién enviar a las salas saturadas de emergencias y a quién dejar atrás, bien porque no están lo suficientemente mal, bien porque están demasiado mal. Y lo hacen en muchos casos sin estar correctamente equipados.
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