La vicepresidenta tercera del Gobierno y responsable de Transición Ecológica, Teresa Ribera, celebraba hace días la respuesta común de los Veintisiete, que, tras varias vueltas en dos bloques de sur y norte enfrentados, han llegado al acuerdo de un tope de 180 euros el megavatio hora (MWh) en las compras de gas en la Unión Europea. Un mecanismo que finalmente suma el apoyo de la reticente Alemania, país que demostró sus reservas durante la negociación.
Comentarios
A Ribera no la pueden ver en el PP.
Su política excesivamente prudente con el tratamiento a la mayor mafia del país, las eléctricas, puede que decepcione a más de un progresista, pero sus éxitos internacionales son incuestionables.
Por primera vez en décadas, algunos representantes de este gobierno, como Ribera o el propio presidente, con su facilidad para encontrarse cómodos en entornos extremadamente demandantes en responsabilidad y representatividad y tomar decisiones que han cambiado la política europea han condicionado nuestros intereses en Europa como nunca y sería motivo para enorgullecerse.
Eso, que debería enorgullecer a cualquier patriota, que no patriotero, está provocando úlceras sangrantes en muchos dirigentes en el partido de extremocentro.
Es más, me atrevería a afirmar que si el PP clarificara detalladamente cuál va a ser su programa electoral para los próximos comicios, es decir, lo verdaderamente importante para los intereses de los ciudadanos de un país, como la política energética, de vivienda, de educación, de investigación y desarrollo, de cambio climático, de tecnología, etc., y se dejara de llevar el ruido y el golpismo anticonstitucional a límites mas allá de lo racionalmente posible para un demócrata, lo iba a votar his fucking mother.
Definitivamente los dueños anglosajones de los serviles borbónicos y franquistas del PP no dan una últimamente.
Al PP le descuadra todo desde que está en la oposición