Por un lado, los aranceles y la sobreproducción de la OPEP+ pueden hacer que el precio siga bajando. Por otro lado, el cierre de algunas refinerías podría mantener altos los precios de los productos derivados, como la gasolina y el diésel. Así, aunque el precio del crudo sigue bajo, los desequilibrios en la oferta y la infraestructura podrían mantener las tensiones en el mercado energético. Los próximos meses serán cruciales para determinar si esta caída es una anomalía temporal o una tendencia prolongada.
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