La Inspección Provincial de Trabajo ha sancionado a Onda Cádiz por una infracción muy grave por “discriminación directa” de un periodista “por ser apóstata”. Da por probado que la directora de la cadena de televisión municipal, Carmen Fernández Morillo, argumentó esta “condición religiosa del trabajador” a sus representantes sindicales cuando preguntaron por su no elección y la de otros redactores para la cobertura informativa de la Semana Santa. A esta infracción muy grave, en su grado mínimo, le corresponde una multa de 7.501 a 30.000 euros.
Comentarios
Esto es lo que hay que hacer con la gentuza, denunciar en inspección de trabajo. Espero que le metan los 30000 euros a esa rata miserable. Enhorabuena al trabajador por apostatar, por haber denunciado y por haber ganado.
El ayuntamiento de Cádiz debería cesar de inmediato a esa tipa.
#4 La multa es a la empresa. La meapilas seguirá como si nada.
Los religiosos demostrando ser gentuza one more time.
qué tiene que ver que seas de una condición religioso para que cubras una noticia de otra? me parece que no es profesional. Si quiere ser periodista no puede elegir qué noticias dar y cuáles no, para eso que se haga directora de un periódico.
#1 El muñequito siempre tiene que ser el protagonista en todas las aventuras animadas.
#1 Leerse la noticia no está bien visto en Menéame...
Es la empresa la que impidió al periodista cubrir los actos religiosos expresamente por su apostasía.
Que encima de meapilas, tontos. Que si no llega a ser expresamente hubiera sido difícil demostrarlo.
#1 jaja Lo has entendido justo al revés. El periodista ya había hecho este trabajo sin queja en años anteriores y la empresa le ha apartado por ser apóstata (privadamente ha renunciado formalmente al catolicismo)... con la repercusión económica que tiene dejar de trabajar en estos eventos.
#6 privadamente? y cómo se han enterado? no ha debido de ser tan privadamente.
#9 Quería decir que la apostasía ha sido algo individual... porque en Cádiz no se ha hecho ninguna colectiva, no que lo tuviese oculto.
La España de charanga y pandereta que denunciaba Machado hace un siglo se resiste a morir