Raimundo Largo, de 81 años, ha pensado varias veces en quitarse la vida desde que su mujer murió. El sentimiento de vacío y soledad que le ha dejado su partida le ha llegado a hacer pensar que lo mejor que puede hacer es acercar su propio final. “Estuve casado 53 años con mi mujer. Se murió el año pasado y, desde ese momento, empecé a sentirme muy solo. Terminé preguntándome qué estaba haciendo en este mundo. Me convencí de que lo que tenía que hacer era morirme”, cuenta Largo.