La de Pedro Sánchez con el empresariado es una relación, cuando menos, complicada. Ellos no son prioritarios en su agenda del cambio. Él tampoco genera demasiada simpatía entre un colectivo que le acusa de poner en riesgo la economía para perpetuarse en el poder a toda costa. En seis meses de Gobierno, con relevo en la cúpula patronal de por medio, trece han sido las 'bofetadas' del presidente a los empresarios. Medidas anunciadas que amenazan con tener un impacto notable en las cuentas de las compañías.
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