Hace 1 año | Por Likaro a nuevarevolucion.es
Publicado hace 1 año por Likaro a nuevarevolucion.es

La extrema derecha ha hecho de la Historia uno de sus medios de Guerra Cultural para desgastar los valores democráticos. Quieren volver a los antiguos relatos nacionales decimonónicos basados únicamente en los éxitos de los poderosos y expulsar de él a los dominados y a las víctimas , si acaso presentándolos como daños colaterales necesarios para que las naciones conquistaran territorios, adquieran riqueza, e impusieran sus culturas y formas de gobierno.

Comentarios

D

La gente (es una generalización, lo sé) desprecia la importancia de la historia, consideran que es una carrera inútil. Pero la historia es la base de todos los relatos nacionales. Todos los sistemas políticos, desde la antigüedad, han necesitado un relato para sostenerse, un relato sobre el que cimentarse. Otrora la religión jugaba un gran papel en ese relato (aunque la historia también tenía su pequeño papel pretendiendo veracidad a ciertos cuentos).

El estudio de la historia mediante un método científico, pese a que esta no sea una ciencia, es una de las mayores contribuciones a la materia en el siglo XIX. En gran medida gracias al marxismo que, con su materialismo, aportó una visión que fue más allá de lo tradicional poniendo en el foco las clases sociales más desfavorecidas, en la lucha entre las diferentes clases sociales, etc. y apartándolo de la tradicional historia cortesana y militar (interesantes, pero que superficiales por sí solas). El liberalismo le brindó a la historia el estudio de la economía, pero el marxismo amplió este campo a los efectos de la economía en la vida.

La historia es un arma de propaganda en manos de cualquier ideología con objetivos políticos concretos, pero, a su vez, es el remedio a la misma propaganda. Los estudios sesgados, fáciles de detectar para cualquier mente crítica, mínimamente formada y con interés en el género, son fácilmente desmontados gracias a estudios sesudos basados en pruebas y que no se acotan a un período concreto ni pecan de presentismo.

La neutralidad en la historia es imposible, pero la sinceridad, el trabajo duro, el método científico y las pruebas nos permiten, como mínimo, acercarnos a la verdad. Es gracias a historiadores serios (aquellos que están dispuestos a contradecir sus propias ideologías en aras de conocer la verdad), que relatos como el que inventó el franquismo para autojustificarse no logran cuajar en la sociedad.

Se ha hecho mucho daño a la materia y aún queda mucho camino por recorrer. Pero, aunque no lo parezca, se logran avances. La historia es mucho más influyente de lo que la gente, comúnmente, es consciente.