Antiguamente los ricos veraneaban y los pobres se quedaban en su casa. El veraneo del pobre consistía en volver al pueblo de donde había tenido que emigrar. Ir a no hacer nada a donde ya no había nada qué hacer. La vuelta obedecía a una lealtad familiar, tira más la familia que la tierra, pues al fin y al cabo la tierra es cambiante y está donde se pisa. Y los ricos viajaban a ciudades lejanas que se llenaban de exotismo con su llegada, porque lo exótico era ir en avión (hoy el avión es el equivalente a un autocar de línea).
Comentarios
El autor debería puntualizar. No es lo mismo viajar sacrificando el sueldo de mes y medio, en clase turista de ryanair, para llegar a una playa petada de gente, con el calor de pleno julio/agosto, en un hotel donde de milagro no sufres una intoxicación alimentaria, que viajar en el soleado mayo volando en primera a un hotel de 5 estrellas.
Básicamente, antes era algo exclusivo
He leído el artículo, que conste.
Mi pregunta es: ¿qué dices?
#1 Menos mal, no soy el único que me he quedado todo loco.