El debate sobre lo público y lo privado se traslada a los aseos: Por una parte es pagar algo a lo que deberíamos tener derecho, pero egoístamente puedes tener un buen servicio por 1 €. Además el hacer cola, sacar tique, pasarlo por el torno e incluso esperar en el caso de que esté ocupado es crítico. No siempre llevas cambio o tienes que andar buscando la tarjeta, y esos 20 segundos pueden terminar en desgracia. La barrera que exige lo prémium lo hace inaccesible para el que no paga, pero también dificulta el acceso del cliente apurado.
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