En España nos gusta mucho teorizar sobre el necesario papel público de la Sociedad Civil. Se la asume como una voz no designada por las urnas, pero sí legitimada de razón y cargada de representatividad popular. Los representantes públicos no se cansan nunca de alabar su papel de agente social y su contribución al consenso y paz social. Dentro de este inmenso cuento de hadas, cabe englobar aquellos representantes de la sociedad civil totalmente institucionalizados; en terminología Scorsese, los GoodFellas ("los nuestros")...
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