En una sola noche el gobierno colombiano dejó de divisar el futuro como un horizonte de descanso celestial para empezar a sentir la presión de poder ser castigados por sus pecados en poco tiempo. Saddam Hussein, Mohamed Gadafi y Manuel Noriega fueron también “los hijos favoritos de Dios” en un periodo de sus vidas y el desenlace de cada uno ellos (colgado, torturado, extraditado) son los pasos de gigante que sienten venir los mandatarios del país cafetero. La situación se entiende mejor en todo su contexto.
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