Estoy tentado de decir, viendo la fotografía de Gimeno, que ser de la Falange no es la peor noticia posible. Dimas tiene la mirada fría de quien está acostumbrado a bromear con los camareros de los restaurantes de lujo y con la misma naturalidad de los que se sienten elegidos, abroncar a las empleadas de hogar interno. Si Franco firmaba sentencias de muerte mientras mojaba los churros en el chocolate, con más motivo tomará Gimeno, ayudado por Pizarro, el premio Nobel en la Sombra de Rajoy, las decisiones empresariales que crea pertinentes.
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