No quedan muchos viejos así en la vida real. Se los ha domesticado haciéndoles creer que aún son jóvenes, tanto que se los trata como a niños. Tiempo atrás escribí de la lástima que me daba un grupo de ellos, completando tablas de gimnasia en pantalones cortos, en una plaza. Con esos pantalones los vemos a manadas ahora, en verano.
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