«Construyen los hombres magníficas casas de campo, adornan espléndidamente sus palacios, aumentan el número de sus esclavos; pero en medio de toda esta abundancia hay alguna cosa que avergüenza, y es el dueño; y con razón, porque los dueños reúnen las riquezas, les dedican culto y permanecen ellos ignorantes, groseros y sin cultura.
«Ved esos edificios en los que han gastado todo su patrimonio; nada hay más risueño y espléndido: posesiones tan grandes como ciudades, casas adornadas como templos, numerosos sirvientes cuidadosamente peinados, muebles soberbios, lujo deslumbrador. Todo es suntuoso, magnífico, excepto el dueño».
Lucio Apuleyo, El genio de Sócrates
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