Las represalias no se dejan esperar y Manuela será llamada a declarar para que delate, cosa que no hizo; por ello fue vejada, presa y como tantas otras… pelada. D. José temiendo lo peor para su mujer y sus hijas se entrega el día 20 de agosto de 1936; es su perdición, pasará a los sótanos de casa de Pza. Duque de Arcos, donde tan sólo permanecerá 10 días, y no para caminar hacia la libertad, sino desgraciadamente para formar parte de un grupo de once marcheneros que, según mis investigaciones, serían salvajemente asesinados ese día.
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