«Vinimos en busca de Dios», decían. Resultaba complicado para mí explicarles que las vigilias no se hacían por el simple deseo de buscar a Dios, sino con el único propósito de curar la enfermedad de aquéllos que la sufrían». «Pero desde el momento en que los extranjeros llegaron buscando a Dios, los niños santos perdieron su pureza. Perdieron su fuerza, los extranjeros los arruinaron. A partir de ahora no harán ningún bien, y no hay remedio para ello».