En la ciudad de los sueños quería emprender el suyo de ser actor, el problema es que su anclaje a la realidad era un niño de seis años con necesidades primarias y, tras algunas decepciones, padre e hijo se vieron en el desamparo de estar solos en la calle. Durante las primeras noches, el coche, convertido en improvisado hogar, se estacionaba en algún parque o escondido detrás de una tienda Thrifty, donde las sombras de la noche lo volvían invisible a los ojos ajenos. Para burlar la curiosidad malintencionada, el vehículo era tapado por cubos de