La de historietista crítico es una profesión peligrosa. Lo hemos visto con los asesinatos de "Charlie Hebdo", pero no son lo súnicos. Desde el argentino Héctor Oesterheld, desaparecido él y sus hijas, el palestino Nayi al-Ali, asesinado en Londres en un atentado no del todo claro, o el estadounidense Joe Hill, fusilado en Utah, hasta los pioneros de la historieta japonesa o los actuales dibujantes en Oriente Próximo. A las dictaduras o los fanáticos no suele gustarles la crítica que todos pueden ver y entender
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