Cultura y divulgación
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Artistas de barrio se unen para crear un estudio multidisciplinar a partir de un estanco abandonado

Nada más traspasar el umbral de este viejo inmueble de la calle Mar Amarillo, una se da cuenta que allí se cuecen cosas interesantes. La fachada, con grandes ventanales enmarcados en madera y baldosines de color verde oscuro, conserva el viejo regusto de lo que no hace mucho era una tabacalera. Al entrar, el olor a cigarrillos ha dado paso a un aroma a madera, que es a lo que huele casi todo lo artesano, aquello que se confecciona a fuego lento y a mano. Ana Arroyo y Alejandro Rivilla son los responsables de esta transformación.

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